Cada vez más países no consiguen alcanzar la tasa de reposición necesaria para mantener la estabilidad y el crecimiento de su población. Para el año 2100, la población mundial podría reducirse en un 23,%.. Países como Japón, Corea del Sur, Italia, España, China y Tailandia [entre otros] sufrirían caídas dramáticas que pueden llegar hasta el 50%. En El Salvador, Puerto Rico y Letonia, la merma podría alcanzar más del 70%. .En caso de no revertirse esta tendencia, esta transformación demográfica impactará directamente en el nivel de vida: menos trabajadores activos sostendrán a más personas mayores, lo que pondrá en jaque las pensiones, el acceso a la salud y el  crecimiento y bienestar económico. Una situación de esas características forzará un reajuste civilizatorio que nos obligará a adaptarnos a un nuevo modelo social donde el envejecimiento, la escasez de jóvenes y la redistribución global de la población modificarán profundamente las estructuras políticas, culturales y económicas del mundo tal como lo conocemos.