De joven me asustaba pensar que después de la muerte no hubiese nada. A medida que me acerco, me asusta pensar que haya algo. Tal vez quede tiempo para una opción más disuasiva, más convincente: que todos los tiempos vividos concurran por igual en el presente, convocados sin jerarquía, igual de próximos sin importar lo remotos, y que en esto consista morir en paz.