Amor Sáfico
Safo. Ahora, mientras danzamos (UDP Ediciones, 2024) es el último libro publicado de la poeta, escritora y profesora chilena Soledad Fariña. A propósito de su libro conversamos sobre el amor, la dulzura y el desgarro, pero también sobre la poesía, la traducción y la decadencia espiritual de Occidente: “La poesía es el espíritu. Es lo otro. Es esa otredad que buscan los místicos, que para ellos es Dios, la poesía, para ellos, es la unidad con Dios. Para otros, otras, es la búsqueda de lo totalmente distinto. Tan distinto que ni siquiera tiene palabras. Buscamos esa totalidad que intuimos y de la que somos parte”.
Safo. Ahora, mientras danzamos es un poemario que nace de una traducción libre de la poeta norteamericana Mary Barnard sobre los versos de la poeta griega ¿Cómo fue el encuentro con Sappho: A new translation de la poeta Mary Barnard?, ¿por qué decidiste traducirla al castellano?
Todo inició con ese pequeño librito que me trajo Eliana Ortega cuando ella trabajaba en Massachussets. Lo empecé a leer y encontré tan bella esta traducción al inglés. Yo había leído anteriormente traducciones de Safo y eran más académicas, más fieles al texto. En cambio, ésta era vital y poética sin por ello traicionar el sentido del original, que en realidad son fragmentos de poemas. Casi la totalidad de la obra se ha perdido.
En esa época yo estaba viviendo en Valparaíso. Compartía casa con la artista visual Nancy Gewölb, le arrendaba una pieza en pleno Paseo Atkinson. Entonces, ahí, yo me llevé mi computador, una pequeña biblioteca portátil y mi música. Nada más. Y así empecé, de a poquito, pero muy de a poquito, con una sensación de alegría profunda por haberme encontrado con este hallazgo.
¿Qué fue lo que te llamó tanto la atención?
Ya en el prólogo de Mary Barnard uno puede entender por qué ella traduce estos poemas de esa forma, Barnard recurre al aspecto más sencillo y directo de la poesía de Safo, poeta tan admirada que ha sido nombrada como la décima musa. Reconocida en su tiempo y luego admirada por los poetas latinos, ella misma en uno de sus versos dice que no va a ser olvidada. Safo vivió y escribió en el siglo VI antes de Cristo, siendo su poesía tan fina y delicada ha sobrevivido el paso del tiempo.
Recuerdo que en esta época revisé muchas traducciones. Pero como te decía, fue un trabajo muy de a poquito. Me demoré hartos años. Yo también estaba escribiendo textos míos en ese tiempo. En Valparaíso tuve una época muy prolífica.
Muy importantes para esta traducción fueron Eliana Ortega y Claudio Bertoni. Claudio iba a verme todas las semanas, leíamos nuestros trabajos, lo que estábamos escribiendo. También fue muy importante Olga Grau, otra de las interlocutoras para esta traducción.
Poco conocida, pero muy actual. También en el habla cotidiana. Se habla de amores sáficos, el culto a Afrodita, las escuelas de educación para mujeres, de la isla de Lesbos…
Sí, bueno, lo primero que hay que decir es que estos versos son de amor. Hace un tiempo, escribí un texto sobre la expresión del amor en el tiempo, que es una referencia al amor en Occidente. Pero más que el amor lésbico, llamado así porque Safo vivía en Lesbos, lo que a mí me interesó fue cierta mirada del amor y sus formas.
Mientras traducía y leía yo me imaginaba cómo deben haber sido estos poemas cantados. Hacía el ejercicio. Para poder recoger el espíritu del poema y traducirlo al idioma propio. Esta es la conexión con la poesía.
Ahora imagina la dificultad, porque existen un montón de traducciones sobre los versos de Safo. Te acabo de pasar ese librito de Philippe Brunet para que lo mires, hay 100 versiones de L’Egal des Dieux, (el fragmento 31) en francés. En Chile acaba de publicarse Lo que dispersó la aurora, poemas de Safo en traducción de Pedro Vicuña.
Por mi lado, te diría que mi principal intención fue recoger la poética de estos versos.
¿De qué hablamos cuando hablamos de amor sáfico?
La cosa del amor no es nada fácil. El amor es este sentimiento excesivo que podemos tener por otra persona. A mí me gusta mucho el libro Historias de amor de la psicoanalista Julia Kristeva, o Eros. El dulce y amargo de Anne Carson. Hay mucho escrito sobre el amor. En Safo. Ahora, mientras danzamos hay una fórmula muy bella sobre el amor, dice algo así como que el amor es un Dios que se sienta a tu lado y que produce una transformación física de quien lo experimenta. Longino también nos habla de esto. El amor pasional es ese deseo por querer absorber al otro, hacerlo tuyo, absorberlo y fundirlo contigo.
Hay un poema de Violeta Parra que es muy bello, se titula “Amores en Concepción”. Este es un poema que no está publicado en sus décimas, ahí ella cuenta una experiencia muy similar a lo que escribe Safo en el fragmento 31, a veces titulado como “El igual a los dioses” o también “Oda a la amada”.
El amor es lo que nos mueve. Todo lo que te pueda decir es un poco manido. Y, sin embargo, ya ves, no dejamos de escribir sobre el amor.
¿El desamor puede ser también el exceso? Te lo menciono a propósito de lo amargo que existe en el amor. Amar mucho o demasiado poco puede ser problemático.
Claro que sí. A eso también se refiere Anne Carson, pero cuando la persona se aleja, eso es lo terrible. El amor no dura, es finito. Aunque tu sigas con la misma pareja, eso después se va transformando, a veces en algo más plácido, porque conoces las mañas del otro, etc. Pero no sé si esa suerte de conocimiento sobre el otro es lo mismo que el amor. Quizá justamente la gran pregunta es cómo mantener el amor, sabiendo que es dulce y amargo.
Ahora, en relación a Safo. La poeta tenía muchos amores. En Mitylene, en la isla de Lesbos, ella dirigía a un grupo de mujeres que se dedicaban al culto de Afrodita y que además convivían. Safo tenía una buena situación, vivía por la belleza, por la danza y el canto. Por eso titulé el poemario “Ahora, mientras danzamos”. En sus poemas está el amor y la belleza, pero también todo lo amargo y el sufrimiento por no alcanzar el amor o por perder a quien se ama.
¿Cómo era Safo? ¿Qué se sabe de ella?
Ella tenía un carácter fuerte, era pequeñita y menudita. No era una belleza y cuando alguien se alejaba de ella era todo un drama. Esto está expuesto en lo poquito que conocemos de su vida. Como dice Mary Barnard nadie sabe exactamente de su vida, parece que se casó con un comerciante de su clase social y que tuvo una hija a la que llamó Cleis. Esto parece que es verdad, pero hay mucho mito. Unos inventaron que ella se suicidó por el amor de un botero. Nada es muy seguro. Lo que también pareciera ser cierto es que estuvo exiliada en Sicilia luego de un enfrentamiento entre las principales familias Lesbos, la isla. Pero después ella vuelve e hizo su vida ahí. La despedida de ella cuando muere es muy linda, porque había muchas personas despidiéndola, su hija entre ellas. Pero claro, Safo también tenía amores con hombres.
El amor no estaba restringido al género del objeto amado
Es que así era en esa época, en esa isla. Piensa en Sócrates. Para los griegos el amor era entre hombres. Por eso es tan importante Safo, es por eso por lo que una la retoma, porque en la Antigüedad pareciera ser que el amor estaba exclusivamente reservado a lo masculino, era entre hombres, mientras las mujeres quedaban relegadas a funciones reproductivas. Sólo para tener hijos.
Quizá en esto reside justamente su actualidad
Pues claro, fíjate en los clubes de hombres, en los futbolistas, muchas veces ellos se aman, que no lo concreten es otra cosa. Pero es obvio que hay algo homosexual en el fútbol. Pero, claro, el amor era una cosa sólo masculina. Ahora, más allá de si Safo amó a mujeres y hombres, lo esencial es que ella expresó en su poesía el amor con mucha intensidad y a la vez con mucha delicadeza. Porque hay poemas de amor que son suicidios, pero en ella esto es una gracia. Te voy a leer un poema donde ella le escribe a Cleis, donde le dice que el dolor no entra en la casa de un poeta.
“¿Debo recordarte
Cleis que los sonidos de la aflicción
son indignos
en la casa de un poeta?
¿Y que tampoco son apropiados en la nuestra?”
Y, otro:
“No tengo quejas
la prosperidad que
las musas doradas
me otorgaron
no fue ilusión
muerte
no voy a ser olvidada.”
Y obviamente que no va a ser olvidada.
Me preguntas por la inspiración. ¿La inspiración? De existir, existe, pero como dicen: ¡ay si no te pilla trabajando!
¿Y el amor lésbico?
El amor lésbico ha sido tan estigmatizado y es algo expuesto en forma tan hermosa, desde tantos siglos atrás. En el caso de Safo, en la ciudad de Mitylene, en la isla de Lesbos, ella regía un thiasos, una comunidad de mujeres jóvenes que se instruían en el arte y practicaban el culto a Afrodita en una isla, pero en la isla había ciudades, y así era la cosa entonces, nadie las apedreaba. El amor homosexual ha sido castigado éticamente -especialmente en la religión judía- por ligar amor a la reproducción, pero el amor no tiene que ver exclusivamente con eso.
Este poemario es una reedición, ya que su primera publicación fue en los años 90’. ¿Qué había en el contexto de esos años que quisiste publicarlo?
Piensa que las ideas feministas comenzaron en los 70`. A fines de los 70 ya existía en Chile, en Santiago, la Casa de la Mujer La Morada. Muchas de nosotras, escritoras y poetas, nos juntamos para el Primer Congreso Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana del año 87`. Ahí fue que comenzamos a conocernos y a ver que nuestra escritura tenía peso. A ese congreso invitamos a mucha gente de Latinoamérica, de Europa y de Estados Unidos. Todo esto durante la dictadura. Fue una maravilla, yo ya estaba leyendo a Luce Irigaray, no sé cómo, pero nos llegaba. Ella también era psicoanalista, francesa. Su famoso libro donde plantea que el sujeto femenino se forma desde la unión con la madre y no por la envidia del pene. Que el primer contacto se genera con la madre. Eso lo encontré totalmente cierto para mí y mi perspectiva y en ese contexto escribí mi segundo libro que se llama Albricia. Y que tal como dice Roberto Merino, es un viaje de la lengua por los cuerpos, porque mi intención era un viaje al origen, a la madre. Pero claro, todo esto viene desde mi lectura de Irigaray y también de este encuentro con tantas escritoras pensantes y propositivas. Albricia es eso, un libro en que prima Eros, y como tal fue recibido, como un libro lésbico. Pero no lo es, sí es el amor mujer, de una mujer.
Julia Kristeva escribe sobre ese momento pre semántico que ocurre entre madre e hijo o hija, y articula lengua, amor y poesía
Sí, pero en Kristeva está en un grado más al límite, porque ella es científica en ese sentido y aún muy freudiana, cosa que me parece que no es el caso de Luce Irigaray. Ahora, en relación a Safo, su lectura y traducción fue muy importante, porque significó una verdadera experiencia de lenguaje.
Recuerdo cuando fue la presentación de Albricia, yo la estuve preparando mucho tiempo para poder leer en voz alta. Había invitado a dos críticas literarias, Raquel Olea y Eliana Ortega que hicieron una presentación preciosa. Yo me sentía más segura. Y fue un espectáculo. Una performance acompañada de un canto melódico. Me acuerdo de que Manuel Antonio Garretón, con quien yo trabajaba en Flacso, leyó el libro y me preguntó de por qué había escrito un libro así. Mi respuesta fue: “Oye nosotras también escribimos”.
La recepción del lado de la academia no fue mucho mejor. De los grandes poetas, todos hombres, fue horrible, horrible. Con la generación siguiente fue distinto, los cabros más jóvenes empezaron a leerlo, les gustó mucho, porque en Albricia también hay una innovación en el lenguaje. Lo que se llama poesía universal es generalmente poesía masculina, quién no se influenció por Rimbaud, por ejemplo, pero las escritoras mujeres no éramos tomadas en cuenta, para nada, las filósofas para qué decir. Nosotras estuvimos en los inicios de eso en Latinoamérica.
Y Safo…
Safo fue encontrarse con una dulzura, con una belleza maravillosa. Pero el nacimiento de mi voz como poeta fue distinto porque lo mío era un camino. Yo me meto en el libro al escribir. Me meto en el libro y ahí no hay sujeto. Tuve que “pintar el primer libro”, y ahí aparece una cosa femenina, es increíble la intuición que una tiene. La imagen que tuve siempre al escribir “El primer libro”, es una mujer pintándose un libro en el cuerpo. En mi segundo libro, “Albricia”, una vez escrito y pensando el título, me imaginaba algo así como al alba o el alba; el libro iba a ser editado por el sello Archivo, de Juan Luis Martínez y a Juan Luis no le pareció el nombre. Estábamos él y yo y muchísimos poetas y escritores en el funeral de Enrique Lihn. Estaba también a Cecilia Vicuña, le pasé el manuscrito para que me ayudara a encontrarlo. Después de leerlo, Cecilia me llama y me dice ¡Albricia! Ese es el nombre. Y esa palabra está en uno de los poemas.
Mucho tiempo después, haciendo un seminario sobre Gabriela Mistral en La Morada, descubrí una nota de la misma Mistral que se llama “Albricias mías”. Es por estas cosas, por lo que yo afirmo que la poesía no es de uno, yo no sé cuánto le debo a Gabriela Mistral. Entonces, ese libro y mi voz como poeta fue acompañada por Enrique Lihn, Juan Luis Martínez, Cecilia Vicuña y como telón de fondo, Gabriela Mistral. En poesía se trata mucho de trabajar la intuición, y de leer y leer y leer. En ese sentido, mi impresión es que uno está siempre buscando en poesía lo otro.
Si la poesía es la búsqueda de lo otro. En este poemario eso se refuerza a propósito de la traducción. En una nota al pie que haces en uno de los anexos del libro dices: “el resultado final no siguió con absoluta fidelidad su traducción, la musicalidad y el ritmo del idioma castellano dista mucho del que se consigue en inglés”, ¿podrías profundizar en esto?
Te acuerdas de la frase “traductore traditore”. Si no fuera por la traducción no nos acercaríamos a ninguna experiencia de lenguaje que no fuera el tuyo, nos perderíamos de tanto. En un ensayo, T.S. Elliot señala esto con mucho énfasis. Ahora, lo más importante cuando se hacen versiones, porque siempre se trata de versiones, es comunicar la emoción. Para muchos es la fidelidad al griego, para mí es la musicalidad, el ritmo y como una palabra puede decir esto o lo otro. Hay un poema de Safo, que en algunas versiones un verso se traduce como “guías a los niños hacia sus madres” y en otras “apartas a los niños de sus madres”. Ahí hay que tomar decisiones. Para mí se toman en base a cómo comunicar la emoción, la musicalidad y el ritmo.
¿Es la traducción una nueva creación?
Sí, absolutamente, aunque una trate de ser lo más exacta y literal posible. Meléndez Pelayo hace una versión muy bella de la Oda a Afrodita en estrofa sáfica. Pero, imagínate, en la traducción de este texto estamos hablando de poemas incompletos en griego y en una realidad totalmente diferente a la nuestra. Transmitir eso es muy difícil: el contexto en el que ella escribe, el lugar de maestra que ella ocupa. Una puede conectarse con su poesía y con sus poemas, puede intuirla, porque ¿qué es la poesía? Es indefinible en términos de su soporte, uno puede hacer poesía escrita, pintada o musical. La poesía es el espíritu. Es esa otredad que buscan los místicos, que para ellos es Dios, la poesía es la unidad con Dios. Para otros, otras la poesía es una búsqueda de una totalidad (sin nombre) de la que formamos parte.
Un poco erosionada en estos tiempos
Para mí las religiones en la actualidad, sobre todo la católica, no son un espacio para el desarrollo de la espiritualidad. Ya no hay espiritualidad ahí, en pocos casos sí, pero en la mayoría no. Quizá en el budismo, o en tipos de sacralidades que tienen que ver con el budismo. Pero en general el mundo espiritual es cada vez más pequeño en la humanidad. La Iglesia está en plena decadencia y acá, si no fuera por el mundo precolombino, de sacralidad veríamos muy poco.