Bajo un sol que destruye números
1
Walkman
Tengo 34 años
y fácilmente esta podría ser la última vez
que viajo en el asiento trasero
mientras papá conduce durante la noche
hasta la ciudad de siempre
Accedo a mi versión de doce años:
viajo por esta misma ruta,
atrás, en este rincón del mundo
protegido por un instante,
me escondo en las fisuras
que emergen con el paso de los días
mientras contemplo desde mi ventana
bosques de un verde inextinguible
y suenan en mi Walkman
canciones ochenteras con sintetizadores
En ese entonces
nada advertía
que la música me ejercitaba
para la distancia irreversible
entre cuerpos y memorias.
2
Sala de espera
La luz fría de los hospitales
te engaña.
La luz fría de los hospitales
irradia destellos azul-neón
sobre el blanco de las sábanas
y los uniformes médicos.
Las paredes blanco-hueso
y las baldosas impecables
disimulan los colores primarios
de una operación a rajo abierto.
Todo es blanco y limpio
como la nieve virgen que cae
sobre una montaña.
Cada vez que alguien sale
de la Zona de Acceso Restringido
vigilamos la expresión de su cara:
¿Qué verdad se esconde
en la fragilidad de las partes
más blandas del cuerpo?
Cuántas muertes son rodeadas
por el blanco higienizado
de un pabellón quirúrgico
y cuántas muertes
serían más cálidas
en la textura de la nieve.
Héctor Lira
Estos textos forman parte de la colección de poemas Bajo un sol que destruye números