¿Cómo huele Cristo?
Olor del mar a los 5 años.
Olor a asado.
Olor por las mañanas en el campo.
Olores en las pesebreras.
Recuerdo Perfume de mujer con Al Pacino. Gran película.
Olor a asilo de ancianos.
Olor a gente de la calle durmiendo en las estaciones del Metro.
Olor a jazmín.
Los perros huelen, ¿o se olorosan?
Onésimo perdió el olfato. Comenzó a bañarse dos veces al día duchas de 20 minutos cada una. Temía oler mal.
Olor a bebé recién amamantado.
Los amantes también huelen. Cuenta la Biblia hebrea:
"¡Cuán deliciosos son tus amores, hermana mía, esposa mía! ¡Cuánto mejores son tus amores que el vino, y la fragancia de tus ungüentos que todos los bálsamos!Tus labios, esposa mía, destilan miel; miel y leche hay debajo de tu lengua, y el aroma de tus vestidos es como el aroma del Líbano.
Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía, huerto cerrado, fuente sellada.Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos exquisitos, flores de alheña y nardos;Nardo y azafrán, caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso; mirra y áloes, con todos los mejores bálsamos." (Cantar de los Cantares 4,10-14)
También en el Nuevo Testamento los olores son importantes. La Tradición de la Iglesia se transmite con el olfato de generación en generación:
"Gracias sean dadas a Dios, que siempre nos lleva en triunfo en Cristo Jesús y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden; para éstos, olor de muerte para muerte, y para aquéllos, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?" (2 Corintios 2,14-16).
¿Cómo huele Cristo?
Huele a oveja, diría el Papa Francisco.
A madera, diría san Pedro.
A desodorante, no. En ese entonces nadie usaba.
¿A qué huele? La única respuesta posible se percibe en los cristianos y cristianas. Como afirma San Pablo, ellos huelen a vida, la vida de Cristo, huelen al resucitado hecho vida en los más recónditos lugares del cosmos.
No huelen a cadáver. No debieran.
Tal vez todavía quede en ellos el olor del perfume de nardo que una mujer -una prostituta, no se sabe- derramó sobre los pies de Jesús como expresión de su amor:
“Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. En esto, una mujer de la ciudad, que era pecadora, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro con perfume; y colocándose detrás de él, junto a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas, los secaba con sus cabellos, los besaba y los ungía con el perfume” (Lucas 7, 36-38).
¿Quién puede descartar que ese perfume haya pasado de Jesús a sus discípulas y discípulos hasta el día de hoy?
Digamos que estos tendrían que oler a bebé, a madera, a pescado, a mendigo, a perro mojado. Si no huelen a aquella mujer, no son Cristo. No. Son impostores.
