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El punto oscuro donde todo se transforma


¿La fenomenología del espíritu podría haberse llamado El acontecer del alma? ¿Hubiera tenido el mismo impacto que a La interpretación de los sueños Freud la nombrara Reflexiones en torno al instante onírico o que Los sonetos de la muerte fueran Los versos de la no vida? De lo evasivo, libro de François Jullien, tuvo otro título. ¿Qué nos dice eso del filósofo y de su búsqueda de una alternativa a la metafísica occidental?


Antes de De lo evasivo, este libro se iba a llamar Ese punto oscuro donde todo se transformó (Ce point obscur d'où tout a basculé). Asumo que el título es desde ya una radicalidad adherida a la biografía de un texto; radicalidad que, por lo general, no permite oscilaciones, o de haberlas, tienden a ser modificaciones ligeras que no sabotean el sentido primero que nombra al escrito. El título no es un exergo, un cronopio, una inscripción subsidiaria. Es el texto en su imaginería más temprana, una suerte de estructura fundamental que —con o sin éxito— apunta a abreviar las páginas que le sucederán en búsqueda de algún sentido; el título es un síntoma de la trama-porvenir del libro.

 

¿La fenomenología del espíritu podría haberse llamado El acontecer del alma? ¿Hubiera tenido el mismo impacto que a La interpretación de los sueños Freud la nombrara Reflexiones en torno al instante onírico o que Los sonetos de la muerte fueran Los versos de la no vida?

 

Podríamos cuestionar, y es justo como lectores, qué es lo que hizo que François Jullien tomara esta decisión. Por qué cambiar el título o “evadir” el nombre inicial. Porque El punto oscuro donde todo se transformó era un gran título; una sinuosa pero bella correlación de palabras que impugnaban, que se querellaban y abrían hacia un cierto caos donde la promesa de la transformación total era el comienzo de algo. El punto oscuro donde todo se transformó: título cautivador que traslucía una estética carnavalesca y peligrosa para las categorías típicas, para la tradición y la metafísica; un recorrido semántico con imágenes aleatorias pletórico de pérdida, de bifurcaciones, sin cartografía a la vista ni precisiones de ningún tipo.

 

Quizás, un título que desde su enunciación primera nos habitaba como “descoincidencia” —otra palabra-fisura de François Jullien que atraviesa toda su obra—. Décoincidence, descoincidencia: perturbación del sentido, grado cero, verdad impactada por lo que no encaja, lo sin lugar —incluso para el lenguaje— que disloca nuestra idea sobre el tiempo y el espacio. Palabra poética de muerte que estremece las certezas ontológicas y que se enrola en la tropa in-significante, dinamitando la santería categorial, la membresía filosófica, la esquemática parroquial de los sabios.

 

Ahora ¿por qué pasar a De lo evasivo? Tres palabras y once letras que invocan una pertenencia. Se dice de lo evasivo, es decir de todo aquello que le es propio, de lo que deviene de lo evasivo mismo y que encuentra en esta zona —evasiva— no importa cual agencia en la historia. De lo evasivo es la expresión que Jullien parece escoger para sacar al ser de la escena (aunque esto sea imposible). No somos de lo metafísico, de lo ontológico, somos de lo evasivo. Aquí estaría algo así como el principio y el fin, o el principio del fin, el atentado a la cosmogonía parmenídea arqueologizada por Heidegger. Entonces, lo evasivo como fuerza impulsora que se escapa de la prisión metafísica, de la lengua del ser como dice la bajada del título (o el postítulo a esta altura), y en la que se encuentra la voluntad de existir de una manera completamente otra, percibiendo también la fuerza de la vida, el rasgo increíble, el gesto fabuloso, la tentación desbordante de François Jullien.

 

Todo esto para decir que el filósofo evadió el primer título de su libro, es decir, el nombre mismo nos lanza a la biografía de una evasión; es la reyerta de lo evasivo de cara a cualquier sentido anterior. De lo evasivo, ante todo, evade, y nos convida fascinados a un finísimo movimiento de la escritura y la imaginación para habitar las palabras; hablamos de en un flujo que no intenta desconocer al occidente costumbrista que a Jullien le es tan propio, tan de su propia historia como filósofo francés de la École Normale Supérieure de Paris, pero que, con la misma fuerza, es su atavismo y su límite.

 

La filosofía cada vez lo mismo y más; presa de aquel espiral reiterativo y empalagoso que insiste y no desiste en el ser como estructura fundamental de la existencia. Es como si Jullien se dijera a sí mismo “otra vez con la manija del ser y el cuento del tío Heidegger”, “de nuevo con la cantinela de lo ontológico para exorcizarlo todo y seguir, entonces, en perfecta coincidencia con el hábito”.

 

En el pensamiento chino —en el cual Jullien no solo busca la salida al ser, sino que es su refugio y su consolación—, la palabra que sería el principio de todas las cosas es shi, que se traduce como “propensión”. Propensión a la no causalidad habitual de occidente, a tomar una ruta distinta a la que exige la inclinación dialéctica. No hay ser como lo preexistente, tampoco ente como lo existente. Hay propensión como transcurso, recorrido en ciernes, diáspora; lo no-teleológico y la alteración sistemática de los fusibles que dan corriente al logos.

 

Pero pese al esfuerzo descomunal de Jullien por salir de la lengua del ser y pretender indicar una ruta donde la maleza ontológica pueda despejarse, él solo puede pensar desde el ser mismo. Y aquí, no sé si la tragedia, pero el intento de superación de la metafísica occidental y de la ontología no podría sino ser entendida desde una concepción original en donde el ser, otra vez, adquiere su protagonismo innegable.

 

Esto, por cierto, no le quita un solo mérito al arrojo del pensador, a su angustia transformada en filosofía, en crítica, en poética. François Jullien es un filósofo occidental que reconoce en el flujo incesante de la impronta del ser, el impulso sensitivo para imaginar y vertebrar un pensamiento alternativo.

 

Se evade algo, se evade el ser, somos el soplo de lo evasivo.

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De lo evasivo

François Jullien

Ediciones UCM, 2023,

$12.000.

 


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