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Foto del escritorCatalina Mena

Jorge Edwards, escritor: “Mis dos grandes influencias son Miguel de Unamuno y el Padre Hurtado”


El Premio Nacional de Literatura (1994) y Premio Cervantes (1999) defiende su derecho a ser contradictorio.



Ha hecho periodismo, cuentos y novelas, en paralelo a una acontecida trayectoria diplomática en Europa. Allá compartió con los ilustres literatos de su generación, como Cortázar, Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y José Donoso, además de codearse con los círculos del poder político y cultural. Conoció muy de cerca a Neruda, a quien considera un amigo íntimo, a pesar de las diferencias que tuvieron. Sobre sus vicios y virtudes tiene información de primera mano –mucha volcada en sus propios libros—porque le tocó ser testigo directo cuando ofició como su consejero, mientras el Premio Nobel era embajador de Chile en Francia.


Pero Jorge Edwards (88) sabe que su mejor novela es su propia vida. Y por eso está escribiendo el tercer tomo de sus memorias. El primero se llamó “Los círculos morados” (2012) y el segundo se llamó “Esclavos de la consigna” (2018). En ese último cuenta las vicisitudes de una generación que creyó en la utopía socialista y que se fanatizó con los slogans libertarios. Una reflexión que viene arrastrando desde hace más de 40 años, cuando siendo encargado de negocios de la embajada chilena en la Cuba de Fidel Castro, se le ocurrió publicar “Persona non grata”, un libro donde critica frontalmente al régimen cubano y que sacó ronchas en la izquierda chilena. Muchos de sus amigos le retiraron el saludo, otros lo miraron con sospecha y Neruda le advirtió hasta el final que no lo publicara. Pero como es porfiado lo sacó igual, a sabiendas que le traería consecuencias ideológicas, pero también muchísimos lectores. Después de eso, Edwards ha defendido el derecho a contradecirse y cambiar de opinión. Práctica que se manifiesta en esta conversación.


Sentado en el amplio salón de un departamento de los años 30 –ubicado en el edificio El Barco, en Santa Lucía con Merced—Edwards dice: “No tengo apuro”, refiriéndose a terminar el tercer tomo de sus memorias, donde quiere rescatar intereses por escritores poco conocidos y seguir cultivando su habilidad para discrepar de las apreciaciones generales. Pero acto seguido afirma “tengo que terminarlo luego” y se levanta raudo del sillón para seguir hablando mientras camina por el lustroso parquet.



Oiga, usted no se queda quieto.

No, vivo caminando, me gusta moverme.


Por eso que se ve tan bien…

Tengo 88. ¿Te parece poco?


No.


¿Es harto verdad?


Harto. Pero sigue con buena memoria.

No tengo tanta memoria, pero soy famoso por mi buena memoria.


Pero para su edad está clarísimo de cabeza

No. Voy a mi pieza a buscar una lapicera y se me olvida a qué fui. ¿Sabes lo que hay que hacer para eso? No darle bola.



“Soy anti-dogmático”


La gente de izquierda considera que usted es de derecha y la de derecha, que es de izquierda. ¿Ese es su destino?

No es mi destino, es mi ser, mi situación. Yo soy independiente, no me matriculo ciegamente en nada. Soy anti dogmático


Cuando publicó "Persona non grata" se granjeó una amplia desconfianza. ¿Le angustió?

No especialmente, porque era predecible. Pero hoy hay muchas personas que me dicen que gracias a ese libro no se quedaron en la beatería política. Yo soy muy amante de Unamuno, desde chico lo leí locamente. Pero tú no sabes quién es Unamuno.


Si sé quien es, pero no soy experta en su obra.

Tú no sabes nada. Es un pensador que siempre duda, revisa, cambia de idea y no le tiene miedo a la contradicción. Pero, por otro lado, yo fui alumno del padre Alberto Hurtado ¿sabes quién es? Y a él le cargaba que leyera a Unamuno, porque decía que era un blasfemo, un enemigo de la Iglesia. Y como yo era desobediente lo seguí leyendo. De Unamuno aprendí a discrepar, a no pensar nunca como beato, pero del padre Hurtado aprendí a mirar la realidad social. Porque los fines de semana nos llevaba en su camioneta vieja a mirar la miseria de las poblaciones marginales, los niños que vivían debajo de los puentes. Entonces en mí hay influencia de Unamuno y del Padre Hurtado. Soy un escéptico, pero también soy alguien que reacciona frente a la desigualdad.


¿Es creyente usted?

No me preguntes eso. No te quiero contestar.


¿La intelectualidad y el misticismo no van de la mano?

Eso que dices es un lugar común, una vaguedad. No tiene ningún sentido. Revisa tus ideas, estás repitiendo lugares comunes. Aunque ¿sabes? Tienes una sonrisa muy simpática.


¿Es cascarrabias usted?

A veces.


¿Y soberbio?

Me he vuelto más humilde ahora. Uno empieza a aceptar más a los demás. Y sí, me he acercado más a la religión. Yo de niño era de la congregación mariana y después me puse muy "anti todo". Pero tengo un recuerdo tierno de mi tiempo católico, tenía una belleza. Yo ahora me he acercado a lo religioso, leo a veces los salmos, que son la mejor poesía que hay, y también leo a San Pablo y a San Agustín. No soy anti cura.


¿Piensa en la muerte?

Pienso mucho en mi mujer, que falleció hace más de diez años y con la que estuve más de 50 años casado. Ella estuvo enferma mucho tiempo, en cama. A ella le gustaba mucho que yo fuera a un concierto, a una exposición y que cuando volviera le contara lo que había visto, con quién había hablado. Y después que se murió yo seguía yendo a esa pieza a contarle y después me acordaba que estaba muerta. Eso me pasó hasta hace muy poco.


Qué fuerte.

Yo no la abandoné nunca. Podría haber salido con otras mujeres pero no quise. La cuidé hasta el final. Yo creo que la quería.


¿Y no ha tenido otras mujeres en su vida?

No te voy a responder, porque después lo cuentas en el diario.


Claro. Porque es interesante saber de sus amores.

A ver. Deja mostrarte la foto de otra mujer que fue un amor que tuve. Pero parece que no la tengo, desapareció. Era un personaje, pero era una loca. Podía estar en una fiesta conmigo y después irse con otro. Porque sabía que haciéndome sufrir me conquistaba con más fuerza.


Oiga ¿esa es una receta que usted nos da las mujeres? ¿Hay que hacer sufrir a los hombres para conquistarlos?

A veces sí.


¿Tan tontos son los varones?

Un poco.




“Yo era súper celoso”


¿Qué tan amigo fue con Neruda? Porque también él se anduvo enojando con usted


Yo fui muy amigo. Y su influencia literaria y personal es tremenda. Ahora estoy escribiendo una novela que se llama “Oh Maligna”, porque Neruda se arrancó de una mujer birmana que era muy celosa. Tomó un barco sin decirle nada y le dejó una carta en el jardín. Entonces el poema de la despedida se llama "Tango del viudo". Y comienza: “Oh maligna, ya habrás hallado la carta, ya habrás llorado de furia, y habrás insultado el recuerdo de mi madre, llamándola perra podrida y madre de perros”


Usted también escribió El origen del mundo, que habla de los celos.

Ese es el que tiene más éxito de mis libros


¿Y usted ha sido celoso?

Yo era súper celoso.


¿Joteaban mucho a su señora?

Si, se enamoraban mucho de ella. Aunque mi papá pensaba que era fea, porque era narigona. Pero tenía un cuerpo muy bonito y era una falsa flaca, de esas que tienen forma. Y tenía buenas piernas. Para mí era la mujer más atractiva, insuperable. Yo era un viejo celoso, lo confieso.


¿Y escandaloso o elegante?

Elegante, pero controlador.


Oiga, y volviendo a Neruda, tiene mucha fama de oportunista

Neruda tenía mucha ambición y era muy astuto. Maniobró bien siempre, aprovechó las oportunidades, sacó el Premio Nobel. Pero no quiero pelarlo, es de mal gusto, porque en el fondo lo quería y lo admiraba, sabía que era un viejo jodido, pero respetaba su talento. Además era muy divertido conversar con él. Pero creo que Neruda me hizo daño porque era tan seductor que yo perdí mucho tiempo con él, fui su esclavo. Mi señora no lo quería, porque encontraba que me utilizaba.


Además él venía de la izquierda obrera y usted de la derecha económica.

La derecha liberal digamos.


¿Y Neruda no lo criticaba por eso?

No, para nada. Neruda quería mucho a mi familia, sobre todo a mi mamá. Nosotros compartimos mucho, acá, en Isla Negra, en Europa.


¿Y él cocinaba?

No, no sabía hacer un huevo frito. Hay muchos mitos sobre Neruda. Nunca cocinó, nunca bailó, nunca se bañó en el mar. Miraba el mar desde su casa con catalejos. Neruda era un oso, pesado, le costaba levantarse, me acuerdo de darle la mano para levantarlo.


Lo que es cierto es que le gustaban los premios

Yo creo que el premio son los lectores.


¿Y qué le parecen las campañas y los comandos para que tal o cual saque el Premio nacional?

No me meto en eso. Cuando me iban a dar el Premio Cervantes me mantuve silencioso, porque apenas hubo rumores la embajada en España comenzó la campaña para dárselo a Gonzalo Rojas. Como se lo iban a dar a un Edwards.


¿Por cuico?

Por pijo, claro. Eso siempre ha sido motivo de sospecha, pero me río. No puedo hacer nada contra mi origen pijo.





*Entrevista publicada La Segunda (2019)

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