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Foto del escritorAlvaro D. Campos

La cama

Me creerán que quedé impactado muchos minutos frente a esta obra de Delacroix “Cama deshecha “ (1827) y sentí que era la mayor expresión espiritual del mundo actual. Ni la ultima cena me produciría tal impacto si la viese en vivo.

Leo los diarios de Delacroix (que pudiese haberse solamente dedicado a la escritura y le bastaba para ser un gigante), en los que cuenta que anotaba después de haber pintado a sus modelos: “dolce chiavatura”: doble polvo, cuando sus servicios eran dobles no solo los de modelo acompañado de las correspondientes tarifas, pero le parecía ridículo estar atornillado al mundo por el sexo, que decía era “una broma del cielo”.

Protesta por el cuerpo: la cruel y única ventana al mundo. Claro que el hombre ha luchado por la emancipación del cuerpo, su gloria y dignidad, atrás quedaron las querellas platónicas y medievales ¿pero quedaron tan atrás?

Delacroix agrega: “He estado en el estudio. Grandes ganas de sexo. Me siento completamente abandonado…”.

La cama de Delacroix no muestra para lo que está hecha, el cuerpo y sus recreos, el sexo y el sueño, sino simplemente es el discurso más triste y real que alguien pudo pintar. La soledad no se pinta, parece decir un decálogo artístico, solo se pintan sus consecuencias, esa cama es mucho más tormentosa que la soledad, ni los cuadros de Cristo crucificado muestran tanta rebeldía para con el mundo y el cuerpo. Por eso es inexplicable que Cristo en la cruz diga: "Eli Eli lama sabactani” ("¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?"), más bien suena arrogante, pero si un pobre artista insomne lo hubiese pensado mientras pintaba su cama en la soledad más absoluta de la noche, lo hubiese creído de inmediato.

Un día tras una fiesta, unos amigos siguieron a Delacroix que se retiraba solo y meditabundo por las calles trasnochadas. Llegó caminando hasta su antigua casa, pensando que aún era de él, luego en total estado de meditación se dio cuenta que ya no vivía ahí y retomo el rumbo a su casa actual. Ese viaje producto de la distracción, de la meditación más absoluta, que él no se dio cuenta que hacía y que sus amigos escondidos documentaron, es una obra de arte en si misma. La más triste y genuina obra de arte de Delacroix, después de eso se entiende por fin el valor espiritual de la cama, que es la misma cama que atraviesa la historia. Y si ponemos un poco más de atención, nos damos cuenta que es la nuestra.

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