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La diferencia (justa) como necesidad

Foto del escritor: Jorge NorambuenaJorge Norambuena

Una lectura de Las Amigas, de Aurora Venturini


Aurora Venturini no escribe en este libro, en concreto, sobre unas amigas. Escribe sobre eso que se juega en una amistad. Y que ello está lejos de ser el hecho de compartir las mismas cosas o ser iguales. Venturini nos adentra a descubrir que el núcleo de la amistad está en la diferencia y que ésta no siempre es soportable para quienes la conforman. La amistad está ahí en la tensión de la soportable diferencia.


Las Amigas es un libro parte de una zaga. En él se hace referencia a otros textos anteriores que no es necesario haberlos leído para adentrarse en el universo que la autora propone. De hecho, después de este libro fui a leer Las Primas, libro anterior, y Las Amigas me siguió pareciendo una gran obra en sí misma. Con un estilo crudo, sin tapujos y a ratos poético, Las Amigos cuenta la historia de Yuna desde su propia voz, una pintora relativamente exitosa en el mundo del arte y a lo menos cuatro tipos de amistades que desarrollan sus estilos a lo largo del libro. En esas amistades nos encontramos con Antonella, una mujer muy distinta en edad y clase social; Alejandra Pizarnik, poeta; Flavia y Fulvia, “amigas”; y Matilde, pintora también y en busca del amor de pareja.


Hay, en estas distintas relaciones, una falla del encuentro. Hay diferencias de opinión, de mundo, de perspectiva, de entendimiento. “El amor no hace sino deshace”, nos dice Yuna, para referirse a las consecuencias de una relación amorosa que padece Matilde. Sin embargo, si bien esta frase pudiera leerse en un plano que el “deshacer” es negativo por cómo Matilde sufre la relación amorosa que la va consumiendo también, en otro plano, pudiera entenderse que esa misma frase va en la dirección de que el amor poco tiene que ver con la unión, con lo Uno. Si el enamoramiento ensalza la fantasía típica del amor romántico, el de la unidad indivisible por mano del hombre, el amor la deshace …y aun así se ama.


La diferencia, como tema, es posible de leerse en distintos temas y formatos dentro del texto. En la diferencia de Yuna con sus amigas; la diferencia de territorios y países en los que se contextualizan las amistades, los momentos de mayor tensión en que aparece la diferencia de lo masculino en escena; y la falta de diferencia en los párrafos en tanto Yuna (lo explica en la misma novela) no escribe con puntos ni comas.


¿Cómo puede escribirse un libro sin puntos ni coma y aún así funcionar? Este es el estilo que nos propone la autora y, creo, no es inocente su elección. Es un libro que bien, demanda al lector una cadencia que va puntuando y encontrando la diferencia necesaria para hacerse legible. Dicho de otra manera, si bien hay muchos lugares donde necesariamente uno como lector hubiera puesto algún punto y este no está, la lectura misma lo pone. La diferencia se inscribe por la lectura misma. No es un libro como “Padre Mio” de Diamela Eltit donde sin puntos ni coma sí hay una escritura y lectura de la locura. Ese no es el tema de esta novela. Aquí hay un ejercicio intelectual de dónde y cómo se ponen los puntos. Dónde y cómo se ponen las diferencias y cómo aun así el libro transcurre y nos atrapa.


En tiempos donde los ideales de la amistad, el amor y el compañerismo aparecen muchas veces ligados a lo identitario, me parece un interesante tema a abordar el de la diferencia como posibilidad. No hay que ser un gran sociólogo para darnos cuenta que en el espacio público hay un problema con la diferencia. El otro fácilmente se transforma en un enemigo cuando no piensa, no habla, no cree, no viste o no se expresa como nosotros. Venturini nos plantea que más bien es en la diferencia donde está la posibilidad del encuentro, de una amistad.


Pero hay diferencias y diferencias. El texto plantea que no se trata de cualquier diferencia. Hay diferencias que son insalvables. Y esto se refleja en la posible amistad con Antonella, una chica vulnerada que llega pidiendo ayuda a su casa y que se queda para ayudarla con algunos quehaceres. Con ella, Yuna, tiene una diferencia abismal de edad, de lenguaje, de ideas, de clase social. En este sentido Venturini es Aristotélica: es necesaria una diferencia en su justa medida. ¿Pero cuál es la medida de una diferencia que construye y cuál es la que desarma?


Volviendo al tema del amor: Gente “bonita” o “atractiva” uno puede encontrar a mansalva en las redes sociales hoy. Pero el amor no opera con lo bello en sí, más bien se instala a partir de ese detalle que hace la diferencia en la serie de los iguales. Hay una idea en el psicoanálisis que plantea que se ama a partir de ese punto, ese detalle, único del cual se sostiene la queja del otro _ “Es perfecto salvo por ese lunar que tiene”. Ahí está el enganche libidinal que marca la diferencia.


¿Por qué nuestros amigos son nuestros amigos? ¿Hasta qué punto les aguantamos que se nos parezcan y hasta qué punto les sostenemos la diferencia? ¿podemos hacer comunidad si somos todos los mismos? ¿podemos lograr si somos tan distintos? ¿tenemos las condiciones para tener una diferencia en su justa medida o más bien nuestra sociedad está orientada a maximizar la diferencia? Buena historia, buena forma de narrar, buenos temas para pensar y buenas preguntas para plantear. Recomiendo este libro.





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