Rostros de Punta Arenas
Comencé a fotografiar rostros el año 2004, no sabía entonces cuán extenso sería este trabajo. No hay vez que no sienta vértigo o sensación de nerviosismo ante la proximidad de una nueva sesión de retratos.
Las mujeres de la cárcel fueron las primeras que provocaron mi interés, como el amor platónico supone y crea fantasías desde un enigma, así fueron para mí esas mujeres tras las rejas.
Como si me aprestara a un robo siento temor al acercarme con la cámara al misterio de los surcos y las tensiones que van marcando el rostro. Siento pudor y a la vez una pulsión irresistible de apropiarme de esas caras.
Me di cuenta entonces que el siempre misterioso y enigmático rostro humano contenía una energía inagotable y que yo me conectaba profundamente con eso. El paisaje del rostro con sus huellas le da razón y sentido a este trabajo que no puedo dejar de hacer. He seguido entonces repitiendo este ejercicio sobre distintos cuerpos y lugares, y siempre he encontrado energías y ánimos distintos, una fuente inagotable de rarezas.
Hay casi 800 personas retratadas en este proyecto, ochocientas vidas, cada una con sus traumas y esperanzas, sus asperezas y sus luchas, hay entonces aquí un caudal poderoso de energía que sale de cada par de ojos hacia el que mira.