Sí, se puede ser feliz
Cambiando la radio me doy cuenta que aún esta ahí ese mundo burgués, cómodo, amable de Cote Evans. Lleva décadas manejando ese estilo. Una voz que siempre lleva a la calma. Sus auspiciadores todos muy en sintonía con ese mundo. Calderas para la casa, algún banco elegante, guantes para el golf, un hotel acogedor por el sur de Chile.
Sus asociaciones siempre te hacen sentir tranquilo, como si nada fuera más serio que un whisky con los amigos y el deseo de crecer económicamente como en los tiempos de Eduardo Frei. Recuerdo que Evans inició, en ese Chile sano e ingenuo de al menos 25 años atrás, una campaña para que los jóvenes empezaran el carrete más temprano y gracias a esto poder terminarlo antes. La idea era copiada de ciertos sectores de EEUU. Una idea delirantemente apolínea, porque suponía el caso de que tenemos borrachos disciplinados. Así es Cote Evans. Ninguna de sus ideas son aplicables, pero calman, pensando en que se podrían aplicar, o pensado que todo puede funcionar solo por el hecho de tener ganas de pasarlo bien.
Aunque la idea del carrete de Evans se va aplicando automáticamente en la vida actual. Es imposible para los jóvenes, pero indispensable para los más viejos. Yo ya no recuerdo la última vez que me "amanecí". Así se dice cuando el carrete traspasa toda la noche. Y he notado que para mí no hay nada más feliz que tomarme una cerveza en plena tarde, en una terraza con sol. La noche me apena. La noche es para gritar, mentir, seducir a destiempo y sin fe. Es excesivamente individual. Sangrienta en el caso de los mamíferos de la sabana. La noche es para mantener la ilusión forzada de que uno aún es joven. Imposible divisar bien un barco a la lejanía, ni unos ojos de perfil iluminados por el sol cálido de un día de febrero. Hay días, cerveza mediante, que he visto tonos perfilados en el rostro de la gente, que han llegado a emocionarme de estar vivo y compartiendo con seres inteligentes, que como los primeros humanistas, se sienten orgullosos de este mundo. Esas conversaciones que de pronto se toman una pausa, donde se bebe un sorbo, se mira alrededor y da el tiempo suficiente para pensar en total tranquilidad: "Sí, se puede ser feliz".