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Tipos de gentileza

"Kind of Kindness", la última película de Yorgos Lanthimos, en español "Tipos de gentileza", es un filme en tres partes, protagonizado por Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau, Joe Alwyn, Mamoudou Athie y Hunter Schafer. Los mismos actores interpretan personajes aparentemente distintos en tres historias disruptivas y al borde de lo mejor de Lanthimos, o sea, al borde de la genialidad.

 

La primera historia: “La muerte de RMF”, trata de una suerte de dominación fáustica del otro, por el poder de una vida sublime, pero con un costo también sublime; la segunda, “RMF está volando”, del doble funesto, el Doppelgänger , en una bióloga marina que regresa de una expedición científica convertida en “otra”, en la otra funesta, y la tercera, “RMF come un sándwich”, es la historia de una mujer “normal” transformada en la lideresa de una secta de esas que ya tanto conocemos, pero con un giro inesperado y surreal: busca en unas gemelas con ciertas condiciones innatas, la inmortalidad, o mejor, la capacidad de resurrección de los muertos. Parecen historias disímiles pero todas apuntan a un núcleo temático común: la apariencia de la bondad o la gentileza tanto para dominar al otro como para descubrir la verdadera identidad de quienes creemos conocer, pero de quienes ignoramos todo.

 

Sus referentes cinematográficos o narrativos pasan por lo fáustico de la posesión diabólica y el poder, un surrealismo cercano a cierto Buñuel, mucho de autores "post" como Lynch o Cronenberg y mucho de Ionesco y Beckett. Hay harto humor absurdo y crueldad sádica, pero también mucho Lanthimos en toda la cinta, quizá su mejor obra junto a "El sacrificio del ciervo sagrado". Lo fantástico, lo absurdo, lo perverso, y, más que nada, lo inesperado y maravilloso cotidiano, nos van dejando un tanto perplejos en cada historia. Sus procedimientos fílmicos y sus relatos llenos de carga existencial y humana resultan profundamente actuales.

 

Con notables actuaciones, Lanthimos supera sus "Miserables criaturas" cercanas a la farsa, ahondando en una triada cruel, rara y muy original, en tanto su extraña tristeza y gentileza. Cierta ternura también, y esa gentileza o amabilidad de lo inefable y torpe de los personajes, y muchas veces cool.

 

Habría que considerar igualmente, los estratos oníricos de la cinta –diferenciados en blanco y negro-, donde se evidencian ciertas instancias pulsionales, sobre todo eróticas, que el cine de Lanthimos tiene y con mucha fuerza, como la de las hermanas gemelas que practican la natación sincrónica, y que opera como un dispositivo premonitorio o délfico. O la notable narración de la bióloga a su padre cuando regresa de una supuesta muerte por agua, en la que narra una visión donde los animales, en concreto los perros, tienen una forma de vida análoga o superior a la de los hombres. Esta narración casi posthumanista, en el sentido y mirada que le da Deleuze, Guattari y Agamben, y otros (Cf. "El mundo de los perros y la literatura", Bernardo Subercaseaux y otros) da lugar, entre la penúltima historia y la final, a una suerte de cortometraje, donde los perros son los protagonistas de una posthumanidad donde nos exhiben conductas humanas. Creo que ese corto intercalado –también en blanco y negro- es notable en su contextualización y su construcción: puede ser una mirada a la posthumanidad, que la incorpore en tanto propuesta o constructo narrativo o ironice con ella. Así de ambiguo es el discurso fílmico de Lanthimos, así de irónico y paródico y celebratorio a la vez. Elija usted.

 

Pero está el gesto, y si nos habla de la posthumanidad animal, esa suerte de nueva concepción hombre/animal -o la inversa- también, por desplazamiento, cabría hablar de una mirada que invierta el otro humano al otro animal, como al otro hombre y al otro mujer, y nos haga reflexionar, si cabe, sobre esa otredad donde las relaciones hombre/mujer deberían considerar esa pertinente presencia de lo andrógino.

 

Hay mucho de ese constructo en la película. Si uno se fija con cautela en los personajes, la definición erótica, o su pulsión, tienden también a lo andrógino, además considerando la mirada griega de Lanthimos y su ethos cultural. En “The Lobster”, los humanos que no logran una pareja en la ciudad, son enviados a un hotel donde deben encontrar su alma y cuerpo gemelos, y si no lo logran en un plazo acotado son transformados en animales, que los mismos incapaces de aparearse tanto sexual como emocionalmente, eligen. En “El Sacrifico el ciervo sagrado” ya está implícito el factor animal/humano en tanto la víctima inocente sacrificada por los errores de los padres, por su desmesura vital, o sea su hybris, uno de los mayores pecados o faltas en la Grecia antigua; y en Canino, también, no sólo el título del filme remite a un comportamiento o adyacencia a formas de comportarse animal/humano/animal, en este caso, perruna.

 

Sobresale por esto Emma Stone, con sus ojos de cierva perversa e ingenua a la vez -mujer/animal: animal/mujer: y su baile final -antológico- cuando por fin da con la forma de la finalmente fallida resurrección de los muertos. Un baile que queda en las retinas y otro personaje casi incidental y un tanto absurdo como paródico -el inefable R.M.F.- que resucita para comerse un sandwich que es lo que todo muerto que acaba de volver a la vida, se nos evidencia, haría: zamparse una hamburguesa, y mancharse la camisa con kétchup, como salpicaduras de sangre. Y una banda sonora a la vez, misteriosa, espeluznante y pop. Y, por supuesto, el gran Willem Defoe, tres personajes distintos, pero un solo Dafoe igual.

 

Una película que también puede ser una incitación a revisitar la filmografía de un director inquietante y muchas veces incómodo, desde sus cintas griegas, como "Canino" y "Alps" hasta su recalar en Hollywood, como en "La Favorita" y “Miserables criaturas”, considerando cada película en su propio mérito y propuesta.



 

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