Un cuadrado negro justo entre los ojos
“El catch presenta el dolor del hombre con la amplificación de las máscaras trágicas:
el luchador que sufre bajo el efecto de una toma considerada cruel (un brazo torcido, una pierna acuñada) ofrece la imagen desbordada del sufrimiento; como una Pietá primitiva (…)”
El mundo del catch, Roland Barthes
Las materias
1-
Pasa con las pesas, y las máquinas para ejercitar; entre más arcaica la hechura, pensamos tener mayor control sobre la materia. Será porque no ingresa en nosotros. A diferencia de la bala o la cuchilla, tentamos la suerte levantando mayor peso: El único hierro que nos atraviesa está en la sangre que irriga. El ejercicio físico no tiene, digamos, un fin claro. Crece el espíritu, y el cuerpo se ensancha. Pero hasta qué punto. La disciplina nos pide cambios abruptos, nos deforma. No se trata de ser el cántaro o el agua dentro. Sino de ser la jalea que toma el sabor de la fuente metálica que me cobija.
2-
El wrestling es como un lenguaje, está vivo- dijo Karl Gotch, luchador belga creador de la “gramática” del estilo japonés, el puroresu. Siempre estoy buscando ponerlo a prueba.
Se estira, se tuerce, combina. Juan Cárdenas dijo que así como existe el mito de que los esquimales pueden reconocer más de mil tipos de blanco, cada uno con su respectivo nombre, los colombianos pueden hacerlo con el color verde. Nuevos aparecen, otros se extinguen.
El cuerpo cambia de nombre, como el omóplato que todavía existe, pero que ahora llaman escápula. Hay un tic tac. Una masa en la fosa ilíaca. Y le dicen fosa por no decir hoya o sepultura. Como si eso que late y afiebra nunca hubiera sido parte de nosotros.
Los luchadores tienen un hombre para cada variante de cómo sostener al otro. Formas de aferrarse a eso en constante mutación. Y aun así deben aprender a no decirlas. Que no sea percibido, como si fuera la suya una poética del balbuceo.
De lo no dicho
“I can’t make them believe pro wrestling is real but I can make them believe that I’m real”.
Terry Funk
3-
De la lucha libre no solo hemos oído sobre su violencia, adjetivo usado para todas las luchas, y que intenta quitarle méritos.
El rumor dice que los golpes son falsos. Una patada no tendría que sonar como un charchazo contra el muslo. No hay competencia. Queremos romper el pacto en todo momento. Algo efervesce bajo la lengua, debemos contarle al mundo. Los niños lo hacen con la navidad. Los más precoces con el sexo. Y aunque esa inquietud sea para otros una certeza, algo se rompe dentro de mí. Quien se asoma en la duda quiere ser la luz que entra. Mas bien, quién rompe el cristal.
4-
A diferencia del boxeo, en la lucha no se puede hacer sombra.
Verán, ni presencia hace.
5-
Porque la experiencia del dolor nos une, impresiona que haya nuevos caminos para dar con un continente que se supone conocido, el cuerpo. Nos genera compasión la trenza, la caída sobre ambos hombros y el cuello, porque de un humano se trata. Hay vida tras el amasijo de músculos. Quiero mirar por el rabillo del ojo luego del impacto. Lo evito y no puedo. Ese morbo se entrena. Son señales de lectura. Un doblez en la página, una tachadura que aparece en la repetición. Es ahí donde el pacto entre la ilusión y deducción peligra. En la cuerda que nos guía hasta la madeja.
Pasa que cuando el lenguaje no es el correcto, es decir, cuando se falla un movimiento, que vendría siendo lo más cercano “a lo real”, baile sin coreografía, los intérpretes decepcionan. Si parece falso, aquello que ya lo es - según se dice-,nos decepciona su revelación. Y en esa fractura, lo más cercanos a nosotros mismos se asoma, y nos defrauda.Te pide seriedad, un cuerpo trabajado, bello. Queremos y no, quitar la vista. El morbo se entrena. Exige ver un cuerpo brillante y resbaloso como un pez exótico en aguas ajenas, con la vida peligrando en el artificio del acuario.
Preguntas por lo real
6-En El desierto y su semilla, de Jorge Barón Biza, una vez que la madre está hospitalizada, mucho después de que su esposo le tirara ácido en la cara, el protagonista, acaso el mismo Jorge, dice que le vendaron las manos para que no pudiera tocarse la cara. Hay memoria en el tacto, la posibilidad de reconocernos. El tacto nos vuelve reales. Y el músculo, como músculo, también tiene memoria. Me explicó Emanuel que la kinesiología para quemados sirve también para que el cuerpo se despegue, que no entienda o se acostumbre a su nueva forma. Que el mentón se levante estirando el cuello, nuevamente. El mapa se les acorta y olvidamos el bosque de regreso.
Hay en el contacto con el otro una conversación. Un tanteo constante para reconocerme. En la duda por lo real, el luchador toma desde el frente la nuca del oponente para entender. “Claro, esto me dolería, esto se ve doloroso por eso lo aplico de esta forma. Ya he estado allí. Así lo acordamos. Te haré lucir bien. Te concedo este momento, el mío ya vendrá. Ya fue, incluso. Este dolor es como ningún otro. Que no quepan dudas por lo real”. El balbuceo es una forma de amar. Me cuidas, te cuido. En otro rincón del mundo se lee “Catch as can”. Atrapar como sea, sostener como sea. Pero ¿no nos debería alegrar que no sea algo real? Ahí está la maestría. “Un cuadro que replica otro y que permanece en los museos”, como lo hubiese hecho Elmyr de Hory.
No lo intentes en casa, decían entre luchas. Más o menos, veinte años atrás ,en donde la pirateria era perseguida. No, mejor dicho, donde la cacería estaba desatada. No lo intentes, decían. No copiar, no replicar lo falso. La emoción que podemos sentir acá solo es posible en el engaño. Tras la venda, los sonidos. Así como al teatro de la literatura, han separado la lucha de las formas de arte. Duele la mentira, que nos mientan a los ojos.
7- El cuerpo y el aceite volcados al papel. Leí hace poco que en los años cincuenta, hubo un quiebre menor en la historia del cuerpo: Había los destinados al arte y los que no. En algún momento, por extraña coincidencia, las revistas pornográficas, con mujeres desnudas o semidesnudas, se encontraron con revistas de culturismo en el mismo estante. Hubo quienes pusieron encima máscaras para tapar esa posibilidad remota. Justificar el tacto y el sobajeo con llaves de rendición como un acto de sobrevivencia, un dolor que hacía peligrar la vida. O la masculinidad.
Al revisar las pertenencias de Francis Bacon encontraron fotos de estudio donde dos personas realizaban palancas de lucha libre. Las fotos no tienen autoría, pero son calcadas a una serie de Eadweard Muybridge; con la diferencia en que en las primeras los luchadores llevaban gorros de natación. Y ¿ Dónde se ven reflejadas esas fotos? En Two figures, de Bacon. Ahí, dos masas antropomorfas se tuercen en su violencia. En la serie de Muybridge no hay escenario, mientras en Two figures hay una cama. El ring para la práctica de la vida privada. De los que replican lo visto en televisión, todos los sábados, con peluches, comiendo cabritas. Hay una delgada línea que se tensa en todo momento. Todos los caminos llevan a Grecia, pero no lo menciones.
Un amasijo de huesos y piel
8-En lengua de señas, la firma de Annabel es una trenza en el aire que baja desde atrás de su oreja izquierda hasta el hombro. Su nombre es aquello que sobrevive en un sistema de signos que no es universal. No hay apéndice reconocible, nada brota del cuerpo. Acaso la nacionalidad y el territorio son el mismo, y no. Hay resistencia. Las articulaciones de la mano se resisten. Arrastran tierra, la guardan entre las uñas.
Dice María Sonia Cristoff que la periferia se encuentra en el proceso de escritura. Hay resistencia al refugiarse en los bordes, un cuadrado tensando las cuerdas me protege por al menos diez segundos. Solo en el ejercicio del balbuceo pueden rearmarse.
Y aunque no nos compete su ejercicio, nos interpela a todos. La lucha no se puede dar sin ojo ajeno. Alguien que busque contraseñas en un movimiento de labios. La boca no se niega a hablar, solo que no puede en esta lengua de amor.
9- Un hueso que choca con otro no debería sonar como una palmada en el muslo. El cabezazo que casi le cuesta la vida, que remeció las aguas, nos recordó que estos cuerpos perfectos, estos dioses de esquinero, eran de carne y hueso. Las grietas que había, trizaduras, preguntas por la realidad, rebanaron las yemas de los incrédulos. Era la cuarta defensa en el reinado histórico de Okada.
Katsuyori Shibata, acaso el germen del texto, dijo que, luego de caerse dos veces en el camino al camarín, logró apenas reconocer las paredes en la periferia de la mirada, ya que solo podía ver “ un cuadrado negro justo entre los ojos”, justo antes de caer desmayado.
Le extrajeron un trozo de cráneo para desinflamar las meninges.
Un fragmento, una pieza cuadrada, un ring troquelado, como lo que dijo haber visto aquel día.
10-No es una relación matemática donde lo positivo y lo negativo se rechazan entre sí. En el núcleo de la lucha libre hay fuerzas que se oponen. El bien contra el bien genera profunda sospecha, aun así hay quienes lo practican. Es lo que buscamos. Y aunque se trata de familia o amigos, no conocemos la protección, actuar sin dañar al otro. Solo la impostura del tacto, sin el balbuceo que se adelanta a la acción.
Qué es este cariño tan insincero que me quebró en tu despedida, pero me hizo disfrutar el momento justo del golpe, Shibata
11- El profesor nos explica cómo pasar de Guardia araña a un derribo y luego a Mataleón. No es particular del Jiu Jitsu Brasileño. Decir improvisación es impreciso, hay una lógica secreta en cada movimiento y se dan estrategias. Ir desmadejando la gran figura aunada desde punto a punto por líneas sin poder verla por completo, desde afuera. Lo curioso es llevarlo a texto, explicarlo. “Desde este punto-con nombre, el punto en la geografía-, pasas por abajo, luego expones la espalda. Luego vas a esta otra postura - que para nuestra tranquilidad tiene nombre-, y luego…”. Lo último no es difícil escucharlo en una explicación. Para darle fluidez es necesario explicar punto con punto, pero hay movimientos que solo pueden ser explicados visualmente o en la práctica. Lo que me parece muy bello. Algo de eso tiene la fisura que abre La novela luminosa, de Mario Levrero. “Yo había narrado a este amigo una experiencia personal que para mi había sido de gran trascendencia , y le explicaba lo difícil que me resulta hacer con ella un relato. De acuerdo con mi teoría , ciertas experiencias extraordinarias no pueden ser narradas sin que se desnaturalicen: es imposible llevarlas al papel”. Son inenarrables. El lenguaje se nos queda corto. No da con los cuerpos.
Pasaron los meses, los años y todavía nos dolía. Luego de haber visto al vacío directo a los ojos, se subió al cuadrilátero y con micrófono en mano Shibata dijo Estoy vivo, eso es todo.