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Vuelo rasante [cuarta entrega]

Simplificación

 

Conversando con personas de mi edad (en torno a los cincuenta años) coincidimos en que empieza a pasar esto, lo queramos o no: unas pocas cosas importan mucho y el resto nada.

 

 

Misterio

 

Acabo de conocer a alguien que tiene cuatro hijos de cuatro mujeres distintas, en Santiago de Chile, hoy, trabajando en una municipalidad. Se le ve bastante bien. ¿Habrá algo que no sepamos?

 

 

Desengaño

 

Así como Kant despertó del «sueño dogmático» leyendo a Hume, Schopenhauer despertó del suyo con Gracián: es preciso desengañarse, pues de la vida no cabe esperar gran cosa; nunca nos sentiremos saciados. Esta idea puede deprimirnos y hacer que nos cerremos como una ostra, o bien llevarnos a tomar una saludable distancia con el mundo. ¿Está en nuestras manos elegir esta alternativa? Es una pregunta de alta prioridad filosófica. Los estoicos piensan que sí. A su juicio, el modo en que reaccionamos depende por entero de nosotros. Podría hablarse de un desengaño feliz.

 

 

Conversación con Armando Uribe (2007)

 

El reconocimiento y la aceptación de que somos un títere de la idiotez humana no debería traducirse en una actitud soberbia, victoriosa. Es de eso de lo que habría que huir.

 

 

La muerte de un amigo

 

Hoy fue el funeral de Ernesto Rodríguez Serra. Iglesia llena. Personas de todas las edades e ideas. Ya han aparecido obituarios que coinciden en un punto: fue un amigo excepcional. La última frase que se dijo en el cementerio fue suya: «La bondad como decisión». En el momento en que el ataúd descendía me acordé de Falstaff, el personaje de Shakespeare. Harold Bloom lo pone como la creación más alta del autor inglés; el libro que escribió sobre él lleva como título «Give me life», cita de uno de sus parlamentos. La argumentación del crítico, bajo el principio de que Shakespeare habría «inventado lo humano», cuesta retenerla, no así su entusiasmo; quizás baste como «evidencia» el lugar que Falstaff termina ocupando en nuestros corazones. Ah, que nos recuerden con cariño una vez que hayamos ingresado al Gran Silencio del que venimos. That is the question.

 

 

Algunas de sus frases

 

En agosto del año 2000 le hice una entrevista a Ernesto Rodríguez. No recuerdo por qué no fue publicada. Tengo el archivo a la vista; lo encontré en un pendrive viejo. Transcribo algunas de sus frases sobre la vida, uno de sus temas recurrentes cuando conversaba: «Me gusta la figura del combatiente, de tener que levantarse todos los días de nuevo, como si fuera la primera vez. La vida es un combate donde no hay que pedir ni dar explicaciones». «Estoy cada vez más convencido de que los placeres corporales son muy importantes. Hace unos días le escuché a un niño una historia inventada por él, donde un hombre que no cometió ningún pecado llega al cielo y Dios le pregunta: “¿Pero qué has hecho con tu vida?”». «Mientras más viejo más me gustan los juegos. La vida es un juego que se juega con los amigos. Para mí la amistad es el imperativo real que dice: “Sí, hay que tener tiempo y lugar para estar con los amigos”. Lo único real es la amistad, porque el amor es irreal, es tan imaginario como Dios».

 

 

Pirrón

 

Si es uno quien suele cargar emocionalmente los lugares y los momentos, la imperturbabilidad del alma cae de cajón.

 

 

Respuesta

 

Cuando estudié en Amsterdam Teoría de la Argumentación escribí una tesis donde me ocupaba de los argumentos de autoridad (una de las tantas maneras en que se puede hacer una inferencia inválida). Tomé algunos ejemplos y vi cómo funcionaba el modelo que habían desarrollado mis profesores holandeses (hasta ese momento, por casi treinta años) para analizar y evaluar el discurso argumentativo. Leyendo hace unos días sobre la relación entre David Bowie y Nietzsche —de «amistad» declarada— me encuentro con una respuesta del músico que a mi tesis le habría venido muy bien, pues pone a prueba varias ideas que expongo ahí. Un periodista le preguntó si se arrepentía de algo. Contestó que de la cocaína. No da mayores detalles, salvo expresar que fueron «años horribles» —padeció delirios de persecución—, pero el hecho de que él lo diga sirve como fundamento o garantía. ¿Quién es David Bowie? En este contexto, básicamente una «representación» del artista nietzscheano, ese que va sin miedo por el mundo, cambiando una y otra vez a medida que avanza en su «plan de autenticidad», esto es, de ser quien es. Que solo se arrepienta de la cocaína, entre todas las drogas con las que experimentó, sumado a que de él jamás cabría esperar una defensa «moralista» de nada, el argumento consigue una eficacia comparable al de aquellos informes médicos que dan cuenta de los chocantes efectos físicos y psíquicos de quienes terminan internados.

 


Reacción

 

Gritar un gol en el estadio lo más fuerte posible y que ese grito sea muchas cosas más.

 

 

William Borroughs nunca dijo una estupidez

 

William Borroughs nunca dijo una estupidez. Afirmó que el placer era el alivio de algo. Drogo total, inteligencia total. Amaba a los gatos. Si existe una entidad sobrenatural, que lo tenga en su reino.

 

 

Dos cuellos de botella

 

Entre los problemas teóricos que conozco que cabría llamar importantes o interesantes, hay dos que me parecen especialmente atingentes, sobre todo por las conclusiones que parecen derivarse. El primero es el problema de que toda posición teórica, no importa cuál sea su tema, aspira a estar expresada de una manera racional, esto es, bien argumentada, pues, de no ser así, ¿cómo sabría su autor que es correcto lo que dice? Es extraño pensar que una teoría pueda no ser persuasiva; sería como no creer en ella. El detalle es que entre los expertos no hay acuerdo de qué es un buen argumento. ¿Por cuál posición, entonces, habría que optar? No queda otra: por la que se acerca más a nuestra experiencia, la que por definición es contingente. Creo que esto no tiene salida. Tampoco la tiene el problema del significado de las palabras que usamos. Términos griegos sustantivos no se definen de la misma manera en diccionarios autorizados. Hace un par de años se publicó el Cambridge Greek Lexicon. No es raro ver desacuerdos con el diccionario canónico de Oxford, el Liddell & Scott, cuya última revisión es de 1941. Optar siempre por el de Cambridge, por el hecho de que es más reciente, no parece razonable. ¿Cómo decidir? Un tercer diccionario, para tomarlo como referencia, no arregla el entuerto —más bien lo complica—. Esto del significado creo que es más serio que lo de la validez argumentativa: usando palabras equivocadas no se llega a ninguna parte.

 

 

Pecado original

 

Nada más siniestro que el pecado original. «Es una genialidad», piensa un amigo. «Te tiran a la hoguera y te ofrecen el remedio de inmediato».

 

 

Beckett tras Bellow

 

Me cuenta mi amigo Bruno Cuneo que Samuel Beckett quiso tomarse un café con Saul Bellow luego de leer su novela El legado de Humboldt (1975). La reunión no se hizo. ¿De qué habrían hablado? ¿Qué le habría dicho Beckett? ¿Qué le habría respondido Bellow? Alguien podría hacer una obra de teatro imaginando el diálogo. Para eso bastaría leer los libros de Beckett y luego el de Bellow. La mejor literatura, si cabe hablar así. Quizás sea innecesario, o decididamente mejor, no leer las biografías de ambos y quedarse sólo con una obra que conversa con un libro. El legado de Humboldt («Humboldt’s gift»; me parece discutible la traducción de «gift», palabra luminosa) creo que produce un efecto inverso al de la lectura de Beckett. Por caótica que sea la vida de su protagonista Charlie Citrine, anima ver cómo está cruzada por el eros. Las escenas de Beckett, en cambio, no las querríamos para nosotros. Son exploraciones sin anestesia del aislamiento, la enfermedad, la locura y la vejez; donde más duele. ¿Podría Beckett haber escrito la novela de Bellow? No. ¿Es una novela que le habría gustado escribir? Tal vez. Creo que este punto debería abordarse, antes que cualquier otro, en esa obra de teatro.

 

 

Orden

 

Una inteligencia artificial toma el control de un país y lo primero que hace es interrumpir el suministro de alimentos de las cárceles. Acto seguido, les corta el agua. En cadena nacional da un discurso de cuatro palabras: «La ley se respeta». ¿Cuántos no lo desearían?

 

 

Nada

 

«Lo mejor en tánax es Tánax», lema del viejo insecticida. «Jabón Sucio, no lava», lema de un producto de la revista Condorito. Ambas expresiones se parecen, aunque sean de signo inverso: no dicen nada.

 

 

Aristófanes & Co.

 

En cierto arte cómico se huevea todo lo que se puede, es decir, se le saca el máximo rendimiento humorístico a cada oportunidad que se presenta. Es un estilo que a veces agota, pero que en general da excelentes resultados. Este «reírse de todo» alivia la pulsión de gravedad: ver el mundo o la vida como un problema. La comedia y su alegre plan de mejora.

 

 

Estoicismo resumido

 

Vale la pena ver el modo en que el estoicismo es resumido en la web en todo tipo de frases, memes, video breves, powerpoints. Estos son los elementos que suelen mencionarse: tener carácter; aprender a estar solo; ser moderado; la vida tiene sentido; dar lo mejor; interés en la política; no temerle a la muerte; actuar correctamente; atenerse a la realidad; existe un orden trascendente; sentido de la justicia; lo que no depende de nosotros hay que aceptarlo; somos libres y podemos mejorarnos; la naturaleza es una guía; ser feliz es lo que importa; prudencia y arrojo. Las razones que justifican cada elemento no se incluyen; de alguna manera se presupone que no se necesitan.

 

 

Capacidad de síntesis y expansión

 

Suele decirse que alguien con capacidad de síntesis tiene buena cabeza. Toma lo relevante y lo articula racionalmente. ¿Vale también para la capacidad inversa, la de extender y extender un único elemento? Diría que no sólo también vale. Proust y Schopenhauer, cada uno a su manera, consiguen algo que pocas buenas cabezas estarían en condiciones de hacer: obsesionarnos con una expansión progresivamente fascinante que nunca acaba.

 

 

Vulgus

 

Me encantaba jugar al Vulgus en los flippers de Las Cruces (1986-1988), sólo porque me gustaba su nombre. Vulgus: todavía es placentero ver la palabra, escribirla, leerla, decirla en voz alta. Difícil juego de naves, con buenas explosiones, sobrevolando geografías planetarias o fondos estelares. Una sola vez avancé hasta un paisaje distinto —pasé de un desierto con cráteres a un archipiélago boscoso— y no duré nada.

 

 

Un documental sobre el atomismo epicúreo

 

Un documental sobre el atomismo epicúreo podría partir con la imagen de unos caterpillars moviendo tierra, símbolo de una obra en construcción. Una voz en off dice: «Estas orugas mecánicas siempre han estado trabajando y nunca dejarán de hacerlo: su movimiento es eterno. Tal vez ahora estén aplanando el lugar para construir un estadio; tal vez no. La realidad carece de propósito: simplemente existe. Todo lo que en ella ocurra es contingente, pasajero. Podríamos no estar vivos —podríamos nunca haber nacido—, pero aquí estamos».


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