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WTF, el inverosímil mundo fotográfico de Camilo Fuentealba Brevis


 

¿Qué es lo que aparece ante nuestros ojos cuando queremos mirar?

Aparece un mundo oculto. Vemos todas aquellas cosas que nos parecen inverosímiles, absurdas, e improbables más no imposibles, porque están ahí efectivamente. Vemos esas situaciones como puestas en escena que nos hacen exclamar desde la profundidad del cuerpo ¡WTF! o en coloquial chileno ¡Qué chucha! Expresión que puede estar seguida de una risa, habitar unos momentos la incomodidad, quizás la vergüenza ajena o comentarlo con quien nos acompaña.

 

Como si se tratara de una fiesta que pone el mundo evidente entre paréntesis, WTF nos comparte imágenes que difícilmente podríamos encontrar todas juntas en una secuencia de falta de pudor que va en aumento, permitiéndonos mirar las diferencias sociales, observar aquellas cosas o situaciones disparatadas, incorrectas e incluso ominosas y, a través de ellas, auto observarnos: una mujer cubierta por una bolsa plástica para protegerse del mal tiempo (que me hizo recordar la escena de Twin Peaks cuando Laura Palmer es encontrada envuelta en plástico); el hombre de hojalata cuya actitud es de ir o venir del trabajo (¿dónde estará su corazón?); posiciones extrañas en plena calle, sobre el piso o contra postes que exponen la diversidad corporal de la normalidad de la humanidad; y una mujer que parece estar jugando con un muñequito y su mascota, un loro blanco, dentro de un bus del transporte público. El fotolibro de Camilo Fuentealba se configura así en un mundo inverosímil.

 

Como en los carnavales, la fiesta por excelencia en que está permitido transgredir los límites de la compostura y las normas, y las reglas de la jerarquía social, el mundo visual que se despliega en estas páginas es la creación de un collage de imágenes que vuelve real lo absurdo, visible lo invisible, y que capta como se trasviste el orden estético dispuesto para las cosas, llevándolo literalmente a la luz, el material de la fotografía. Confluyen aquí fotografías que nos revelan los sentimientos, deseos y acciones más diversas.



La luz, los encuadres, los planos y las situaciones de esta edición hacen que esté cargada de una atmósfera onírica. Los deseos se ven reflejados de las formas más increíbles, son revelaciones que pujan para salir a la luz e ir más allá del sueño, en cuya fuerza se aprecian sus contradicciones. Pero no parece haber batalla o resistencia alguna ante éstas. Vemos el hombre con un atuendo de la antigua Europa del este sobre un caballito de juguete en plena calle, a monjes budistas jugando y fumando, y a hombres de negro con carpetas en la nieve, evocando algo siniestro que son el contrapunto de la historia abyecta de este lugar. Se expone con humor esa decadencia cierta pero despreciada de nuestra sociedad, los signos de que vivimos en un abandono casi apocalíptico y las huellas de nuestros propios despojos. Puestas en escena perturbadoras, que están ahí y aquí diariamente. La más inquietante de todas para mí es, quizás, la imagen aparentemente más inocente -sin duda es graciosa-, y es que su propia inocencia es inconcebible. La fotografía de una niña disfrazada con un vestido blanco de novia y una gran sonrisa, con un niño a su lado vestido de policía, los dos tras los barrotes de una ventana, es una imagen impúdica. Es la captura de la preparación cotidiana a la que nos sometemos con todas sus profundas paradojas, porque expresa sueños aprendidos, promesas de momentos de felicidad y realización, y la misma jaula a la que nos someterán esas promesas. Triste destino inextricable.

 

La pregunta del inicio es una que nos acompaña desde hace mucho tiempo, ¿desde cuándo? No importa en realidad, porque la pregunta sigue presente. Implícitamente, ella da por sentado que no siempre queremos mirar, y que el acto de la mirada requiere intencionalidad (hay quienes dirán, como el viejo refrán, que ver no es observar). Ese mundo oculto a nuestra percepción, no es otra cosa que la consecuencia del entrenamiento al que nos sometemos diaria e inconscientemente para dejarlo pasar, entrenamiento para mantener a raya y evitar que pueda provocarnos una pérdida de tiempo y una perturbación, la provocación de lo abyecto. Nuestra percepción es una caja negra llena de juegos de ilusión y autoengaños, que opera dentro de nosotras y nosotros. Mientras más extenso es, menos vemos el caos. Menos percibimos esa entropía que sostiene el orden de la pulcra e hiper digitalización, consumo y estetización de un mundo aparentemente en total control.

 


Ese acto intencional de mirar el caos construye una práctica analítica cuando se fotografía y, por supuesto, tiene algo de paparazzi también. Si aquella era la primera pregunta que me surgía al ver este cuerpo de obra de Camilo Fuentealba, debo confesar que me invadía la curiosidad por saber ¿en qué andaba Fuentealba para ver esos WTF? ¿En qué andaba para transitar hacia ese mundo?

 

Sobre el libro

 

WTF fue editado entre 2023 y 2024 junto a la editorial de fotografía Metalibro, que convocó al autor a formar parte de su colección “L”, esta vez con apoyo del Fondart Regional - Convocatoria 2023. Es en formato leporello, es decir, se despliega de forma horizontal, viene envuelto en una funda de PVC y con un afiche en su interior. Se puede adquirir a través de las redes sociales de Metalibro o su página web.


Sobre el autor

 

Camilo Fuentealba Brevis es fotógrafo chileno-canadiense, residente en Nueva York. Su trabajo ha sido publicado en The New York Times, Viceland, Rachel Comey, NY Mag y The Village Voice, entre otros medios extranjeros. WTF es su primer fotolibro editado en Chile. De padres exiliados durante la dictadura, Camilo nació en Canadá pero siempre se relacionó con Chile. Su familia es de Neltume, Panguipulli, y ahí conoció el mundo campesino. “Me di cuenta de que todos somos iguales en cierta forma, solamente las costumbres cambian. He sido inmigrante casi toda mi vida. En Canadá, éramos chilenos, y en Chile, éramos canadienses. Nunca pertenecíamos”, cuenta. Esa misma cualidad de migrante, al margen, consciente de lo que nos une entre seres humanos a pesar de las diferencias sociales o raciales, es lo que hoy nutre su lenguaje visual. “Lo que veo en la calle es la humanidad, la dignidad, aunque también con un ojo crítico y con humor. Los humanos son chistosos, la humanidad es ridícula, pero eso no significa que me río de la gente. A veces estamos como zombies caminando por las calles y lo entiendo porque estamos tratando de sobrevivir, de pagar el arriendo o alimentar a la familia. Es necesario poner atención a otros, a lo que pasa en la calle”, dice.  Se puede visitar su trabajo aquí.



WTF
CAMILO FUENTEALBA BREVIS
2024

 

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